martes, 1 de marzo de 2011

¿Cómo explicar la resistencia de los católicos llamados tradicionalistas?

Muchos ven a los católicos, imprecisamente llamados “tradicionalistas”, como una suerte de criticones que están cómodos en su posición “dura”, “rígida” e intransigente, hacia lo que muchos católicos están acostumbrados a oír.
El artículo que me atrevo a publicar hoy, creo, proporciona una acertada metáfora a lo que se puede llamar “la posición que sostienen hoy el grupo de católicos tradicionalistas”. No es una postura estética ni romántica, ni tampoco nada original (la verdad no es original, es simplemente la verdad). Ni tampoco es una posición por el simple hecho de ser los “contras”, los que no están contentos con nada y siempre buscan la quinta pata al gato. Y me atrevo a decir -junto a Chesterton- que no somos pesimistas, sino que somos optimistas con información.


¿Cómo explicar la resistencia de los católicos llamados tradicionalistas?

            Se habla de ello cada vez más. ¿Qué sucede, pues? El Papa Benito XVI ha autorizado la misa en latín y ha levantado las excomuniones, y sin embargo nada parece haber cambiado. Estos tradicionalistas rechazan el Concilio, critican el ecumenismo, se niegan a concelebrar, etc. ¿Pretenden ellos, pues, tener razón contra toda la Iglesia?
Si vosotros sois de aquellos que todavía se hacen estas preguntas, leed pues esta historia verdadera...

Conversación real grabada de la frecuencia de emergencia marítima canal 106, en , la costa de Finisterrra (Galicia), entre gallegos y norteamericanos, el 16 de octubre; de 1997 (es verídica; sólo hemos suprimido algunas palabras malsonantes...)
«Gallegos: (ruido de fondo)... Les habla el A-853, por favor, desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisionarnos... Se aproximan directo hacia nosotros, distancia 25.
Americanos: (ruido  de  fondo)... Recomendamos que des­víen su rumbo quince grados norte para evitar colisión.
Americanos: (ruido  de  fondo)... Recomendamos que desvíen su rumbo quince grados nor­te para evitar colisión.
Gallegos: Negativo. Repeti­mos, desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisión.
Americanos: (otra voz americana) Al habla el Capitán de un navío de los Estados Unidos de América. Insistimos, desvíen ustedes su rumbo quince grados norte para evitar colisión.
Gallegos: No lo consideramos factible ni conveniente, les sugerimos que desvíen su rumbo quince grados sur para evitar colisionarnos. Americanos: (muy caliente): Les habla el CAPITÁN RICHARD JAMES HOWARD, a/mando del portaviones USS LINCOLN, de la marina de los EE.UU., el segundo navío de guerra más grande de la flota norteamericana. Nos escoltan dos acorazados, seis destructores, cinco cruceros, cuatro submarinos y numerosas embarcaciones de apoyo.
Nos dirigimos hacia aguas del Golfo Pérsico para preparar maniobras militares ante una eventual ofensiva de Iraq. ¡¡¡No les sugiero... les ordeno que desvíen su curso quince grados norte!!! En caso contrario nos veremos obligados a tomar las medidas que sean necesarias para garantizar la seguridad de este buque y de la fuerza de esta coalición. Uds. Pertenecen a un país aliado, miembro de la OTAN y de esta coalición. ¡¡¡Por favor, obedezcan inmediatamente y quítense de nuestro camino!!!
Gallegos: Les habla Juan Manuel Salas Alcántara. Somos dos personas. Nos escoltan nuestro perro, nuestra comida, dos cervezas y un canario que ahora está durmiendo. Tenemos el apoyo de Cadena Dial de La Coruña y el canal 106 de emergencia marítimas. No nos dirigimos a ningún lado ya que les hablamos desde tierra firme, estamos en el faro A-853 Finisterre, de la costa de Galicia. No tenemos la menor idea en que puesto estamos en el ranking de faros españoles. Pueden tomar las medidas que consideren oportunas y les dé la gana para garantizar la seguridad de su buque, que se va a estrellar contra las rocas, por lo que volvemos a insistir y le sugerimos que lo mejor, más sano y más recomendable es que desvíen su rumbo quince grados sur ¡¡¡¡para evitar colisionarnos!!!!
Americanos: Bien, recibido, gracias».


Si contamos aquí esta historia, no es solamente para rendir homenaje al capitán Richard James Howard quien, como verdadero caballero, reconoció su error. El mismo dio las gracias con juego limpio al guardia del faro sin el cual su bello barco portaaviones se encontraba en grave riesgo de estrellarse contra las rocas, para el jolgorio de los iraquíes. ¡Viva la Armada norteamericana!   Pero hay otra cosa aquí. Porque, ¿quiénes son esos “Gallegos” sino los Tradicionalistas, y quiénes son esos Americanos sino aquellos a quienes nosotros llamamos “Conciliares”, es decir, los católicos del Vaticano II? Efectivamente después de 50 años los conciliares dicen a los tradicionalistas: ¡obedeced, cambiad vuestro rumbo! Dicho de otra forma: aceptad nuestro liberalismo, nuestro ecumenismo, nuestras misas con guitarra, etc. Y después de 50 años los tradicionalistas responden: ¡Negativo! Sois vosotros quienes tenéis que cambiar de rumbo, ¡volved a la tradición!
Y el diálogo de sordos continúa. ¡Hasta cuándo, Dios mío, hasta cuándo!
Para nosotros, que hemos vuelto a la Tradición y estamos lejos de abandonarla en el futuro, no son las razones las que nos han convencido, son los hechos. Y son apabullantes. Por un lado, la "flota" conciliar navegando sin rumbo de un punto a otro de la tierra: los seminarios y los conventos vacíos, las parroquias abandonadas por la juventud. Por el otro, pequeños grupos de fieles siempre más numerosos que han recobrado el camino sobrenatural y la alegría de Dios, de este Dios que bendice a sus familias dándoles numerosos hijos piadosos y bien educados: han seguido el faro de la verdad que son las doctrinas y las obras de la Tradición, y han llegado a buen puerto.
Entonces, nosotros, otros pobres “Gallegos”, recordando que María es “Stella maris” (estrella del mar), exclamamos: “Santísima Virgen María, Vos, que nos habéis dado la verdadera luz que ilumina a todo hombre, Cristo, dignaos escuchar nuestra plegaria. Haced, por favor, que después de haber estado llamando durante tanto tiempo a nuestros hermanos conciliares: “Cambiad de rumbo, desdichados, ¡volved a la Tradición!”, oigamos al fin la jubilosa respuesta: - ¡Recibido, gracias!
Y que la Iglesia sea preservada de un gran naufragio.


R.P. Guillermo Devillers, “Tradición Católica”, Nº 229, Octubre-Diciembre, 2010. Madrid, España.