sábado, 8 de septiembre de 2012

Falleció el modernista Cardenal Carlo M. Martini (1927-2012).




Publicamos un interesante artículo y reseña biográfica sobre el recientemente fallecido Cardenal Carlo María Martini, uno de los principales exponentes del ala progresista infiltrada dentro en la Iglesia católica. Cardenal que, entre otras cosas, ha llegado en sus extremos a aceptar el aborto en “ciertos casos”, cosa que va en total y abierta contradicción con la doctrina del Magisterio y de los Papas.

Dios se apiade de su alma.


Falleció el modernista Cardenal Carlo M. Martini (1927-2012).

No seré “políticamente correcto” en el obituario del Cardenal fallecido, hablando loas de sus yerros que se han difundido mundialmente en el mundo eclesiástico. Dado que él se dedicó a la crítica de la Biblia, a su muerte ejerceremos la crítica a la persona de este Cardenal, algo que no recibiera en vida por las autoridades eclesiásticas.
Advertimos a todos los seminaristas, biblistas, miembros de la Jerarquía de la Iglesia o no, que tengan cuidado con los escritos de este fallecido Cardenal, por las herejías de las cuales hizo gala en vida, y que se han reflejado en sus escritos y obras.

Criptomodernista.

Fue considerado siempre como “papable”, y uno de los máximos exponentes del ala progresista de la Iglesia Católica modernista, mostrando así el grado de herejía que existe dentro del Vaticano mismo.
Siendo criptomodernista, fue uno de los infiltrados en la Iglesia Católica para causar los desvíos litúrgicos, doctrinales y morales.
Así lo describe el diario Clarín de Argentina: “Martini, jesuita, es la figura más eminente de los progresistas católicos desde el Concilio Vaticano II y aunque crítico fue siempre obediente a los dos últimos papas, los conservadores Juan Pablo II y Benedicto XVI, que lo consideraban un amigo personal.”

Un hereje nato.

Cabe destacar que la división de la Iglesia en “conservadores” y “progresistas”, en la “Iglesia de la Jerarquía” y la “Iglesia del pueblo”, se encuentra condenada por la Encíclica Pascendi de San Pío X, que justamente anatematiza el modernismo. Quien no se atiene completamente a dicha Encíclica, no puede ser llamado católico. Tal es el caso del “casi-Papa” Martini.
Juan Pablo II no ocultaba su admiración por el rebelde pero obediente Martín”, sostiene Clarín, mostrando crudamente la actitud modernista. “Rebelde pero obediente”, en una mezcla de lo excelso y lo malo, donde es precisamente lo excelso quien sale perjudicado. La mezcla de ortodoxia y herejía, no es ortodoxia ni una síntesis de ambas posturas, sino una herejía.
La apología hecha por Clarín a dicho Cardenal fallecido no hace más que dejarlo fuera del Catolicismo: “Wojtyla no se arrepintió nunca de los veinte años de una especie de “magisterio alternativa”, como se dijo, del cardenal Martini, según algunos demasiado vecino a los anglicanos y los protestantes y favorable a un cambio revolucionario de la Iglesia en el cuestión femenina, la “otra mitad del cielo” eternamente postergada por una institución en manos de hombres.”

Su vida.

Según informó Aciprensa, el Cardenal Carlo Maria Martini, Arzobispo Emérito de Milán (Italia), falleció hoy viernes aproximadamente a las 3:45 pm. (hora local) a la edad de 85 años, tras padecer durante más de 10 años la enfermedad de Parkinson. El Purpurado, un biblista de orientación modernista de la Iglesia Católica, se recuperaba en la enfermería del Aloisianum, el Instituto universitario de estudios filosóficos de la Compañía de Jesús en Gallarate, en la provincia de Varese, cerca a Milán. Su condición de salud empeoró de improviso ayer en la noche.
El Cardenal Martini nació el 15 de febrero de 1927, Turín, Italia. Ingresó a la Compañía de Jesús el 25 de septiembre de 1944. Fue ordenado sacerdote el 13 de julio de 1952, en Chieri, Turín.

Su obra modernista.

Doctor en Teología y en Sagrada Escritura, el Cardenal Martini fue rector del Pontificio Instituto Bíblico y de la Pontificia Universidad Gregoriana. En 1978, Pablo VI le invitó a predicar los ejercicios espirituales en el Vaticano. Fue designado Arzobispo de Milán el 29 de diciembre de 1979, recibiendo la ordenación episcopal el 6 de enero de 1980. Fue creado Cardenal el 2 de febrero de 1983 por el Beato Papa Juan Pablo II.
Desde su sede milanesa, Martini potenció el diálogo sincrético entre ateos y creyentes, así como entre las distintas religiones. En 1987 se le nombró presidente del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) y, como tal, presidió en Viena en 1990 una Conferencia de obispos europeos centrada en la reestructuración eclesiástica de los países del Este de Europa. En noviembre de 1991, presidió en la ciudad española de Santiago de Compostela el V Encuentro Ecuménico Europeo, en el que se estudiaron temas de referencia teológica, bíblica y la misión y evangelización en Europa. El 15 de abril de 1993 abandonó la presidencia del CCEE.
Como arzobispo de Milán, el 28 de febrero de 1994 recibió el encargo de abrir oficialmente la parte diocesana del proceso de canonización del papa Pablo VI. Considerado "papable" por antonomasia por los medios masivos de comunicación que los modernistas manejan por su gran acceso a los mismos (la Tradición en general tiene negada la prensa excepto en una minoría de casos), en 1996 su nombre se barajó entre los posibles candidatos para sustituir al papa Juan Pablo II ante una recaída de éste a consecuencia de una apendicitis.
En 1998 publicó, junto al semiólogo y novelista Umberto Eco, “¿En qué creen los que no creen?, donde abordó temas como las “limitaciones a la labor de la mujer dentro de la Iglesia”. En 2000 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, y desde 1989 era doctor “honoris causa” por la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.
Era especialista en lenguas antiguas: conocía el arameo y el caldeo, además del griego, latín y hebreo, y además de su lengua materna, el italiano, hablaba inglés, alemán, francés, portugués, griego moderno y árabe. ¡Con cuántas vocaciones de santos se habría topado si hubiese respondido a la Tradición! Sin embargo, todo su conocimiento estuvo al servicio del modernismo. Vivió y murió entre honores humanos… y las Bienaventuranzas son muy claras.

Modernista mediático.

Carlo María Martini es uno de los protagonistas del libro “31 jesuites es confessen” (31 jesuitas se confiesan), publicado en 2003 y escrito por Valentí Gómez y Josep María Benítez, que refleja el pensamiento y la vida de algunos miembros de esta orden mediante entrevistas realizadas a lo largo de diez años.
En octubre de 1999 fue nombrado Doctor ad honorem por la Academia Rusa de las Ciencias. Recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales, España, octubre de 2000. Recibió el Premio Europa del 2000. Fue miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias desde noviembre de 2000.
En la Curia Romana fue miembro de las Congregaciones para las Iglesias Orientales, para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica y para la Educación Católica. Asimismo, fue miembro del Pontificio Consejo para la Cultura y de la Comisión para el Patrimonio Cultural de la Iglesia. En los últimos años tuvo a cargo una columna en el diario italiano Il Corriere della Sera.

¿Un Vaticano II permanente?

Según informó el diario Clarín, en uno de los últimos Sínodos mundiales de obispos convocados por Juan Pablo II, Martini intervino “para proponer dramáticamente un nuevo Sínodo que continuara el Vaticano II dando un nuevo impulso a las reformas que a su juicio apremiaban el presente y futuro de la Iglesia”.
Según el referido medio, “los progresistas católicos acusan a los dos últimos papas de haber desmantelado en gran parte las enseñanzas del Concilio que convocó Juan XXIII a comienzos de los años sesenta para reconciliar a la Iglesia con el mundo actual y modernizarla”.
El Papa Karol Wojtyla archivó enseguida la propuesta de un nuevo Concilio”, asevera Clarín.
Cabe destacar que las votaciones en cónclaves para elegir un nuevo Papa, momento en que existe la Sede Vacante, son secretas. Por tanto, las filtraciones al estilo “vatileaks” no son admisibles. Sin embargo, Clarín afirma lo siguiente: “influir para hacer convergir los votos de los cardenales progresistas en el Cónclave del 19 de abril de 2005, en la figura del cardenal Joseph Ratzinger, elegido al otro día como Benedicto XVI. Esto ocurrió en la cuarta votación de la asamblea, después que los progresistas juntaron hasta 40 votos en favor de otro jesuita, el arzobispo de Buenos Aires, el argentino Jorge Bergoglio.” Es decir, dicho medio atribuye al modernista hereje la designación de Benedicto XVI.
A su vez, conforme asegura Clarín, “Martini era Rector de la Universidad Gregoriana, conocida como “la fábrica de papas” de la Iglesia por la cantidad de pontífices que estudiaron allí cuando eran jóvenes. Su fama de biblista y teólogo, su conocida apertura propia de los miembros de la orden de San Ignacio de Loyola de incursionar en los territorios inexplorados, en las “fronteras de la Iglesia”, le hicieron moverse casi al borde del precipicio de las líneas convencionales en materia teológica y de ética, como revelaron sus extraordinarios escritos sobre la eutanasia.” Todo esto es netamente anticatólico. Precisamente, el modernista pretende que las herejías se encuentran “al borde del precipicio” de la ortodoxia, y lo mismo sostiene respecto de la Liturgia y la Moral.

Grandes honores.

Fue profesor de biblistas dando clases antitradicionales de crítica del Nuevo Testamento, que incluso introdujo métodos materialistas a la exégesis al valorar papiros, manuscritos y textos básicos de la Biblia.
Él predicó su propio “evangelio” (con minúsculas), y a pesar de todo no sólo permaneció en la Iglesia, sino que alcanzó el cardenalato. Afirmaba que “no existe una Biblia Oficial (es decir, un texto único al que todos deben someterse), sino cientos de papiros y de manuscritos básicos, que van de principios del siglo II hasta el siglo V-VI después de Cristo” (frase citada de un artículo de Periodista Digital). De ese modo, pretendía sustentar que “el texto de fondo (el original) sólo se puede “deducir” a través de una comparación de manuscritos y papiros, en una labor de colaboración en la que intervienen exegetas e historiadores, papirólogos y teólogos, dispuestos a buscar consensos”. En todo ello, la Tradición que transmitió a la persona de Jesucristo (de la cual sólo una parte es escrita) quedaba en un segundo plano, y así formó a “neobiblistas” dando relevancia a ideas dudosas por sobre la seguridad de la Tradición que tantos Santos supo engendrar.
Mal transmitida la revelación escrita, deformada además y cuestionada por el método crítico, acaba siendo parte de un lenguaje humano relativista que tiene por centro al hombre y no a Dios.

¿Transmitir lo recibido?

Por eso, para este cardenal hereje recientemente fallecido, “no existe un texto en sí, sino un diálogo de textos... No existe una iglesia en sí, sino un diálogo y comunión de Iglesias”, y todo expresado desde la deformación jesuítica actual.
Martín de ningún modo fue un hombre de la Tradición, sino un hereje infiltrado, o convencido de una herejía dentro de la Iglesia (que lo colocaba fuera igualmente). Un triste espectáculo, que reproduce hoy la situación de la Iglesia durante la mayor difusión de la herejía arriana, que hizo exclamar justamente a San Jerónimo en el Concilio que ya no quedaban Obispos cristianos. Sólo que el modernismo no es arrianismo, sino la suma de todas las herejías, tal como lo definió San Pío X.
Los Católicos no somos seguidores de ningún “libro”, no somos una religión de “libro”, no seguimos “la Biblia”, sino la Tradición. He aquí el centro de todas las herejías difundidas actualmente sobre la Biblia, que llegan a negar historicidad a la Creación del mundo y los seres vivientes, a la Creación del hombre, al Pecado Original, al Diluvio, a la destrucción de Sodoma y Gomorra, a los tres días de Jonás en el pez… e incluso a la misma vida de Jesucristo (del cual son negados desde los Milagros hasta su Resurrección y la Transustanciación de la Misa)… todo ello con la excusa de la “base bíblica” (de la letra escrita y reiterpretada), para convertir a la Biblia en una gran metáfora.
Martín fue un “erudito intelectualoide” pero de gran renombre eclesiástico (sin verdadero fundamento), de esos que como todo modernista desprecian al pueblo fiel y la Tradición, ya que la “razón” está por sobre la Fe según su visión. Por ejemplo, considerar que el Manuscrito B de origen alejandrino llamado “el Vaticano”, es “el más fiable”, como si de ello dependiese la Fe de la Tradición de la Iglesia Católica, convirtiendo tal cuestión en algo “central” que quienes lo desconocen acaban pasando por “ignorantes” ante semejante eruditidez, es una herejía modernista.

Arqueología bíblica.

Pretender hacer “arqueología” con la Biblia es parte de esa herejía modernista. Deja de transmitirse la Fe, se cuestiona la Fe desde esa “arqueología” de índole materialista. En vez de llevar hacia Dios, indirectamente el “biblista” se introduce en la inmanencia, sin darse cuenta. ¿Qué verá semejante espécimen intelectualoide en el Apocalipsis más que el culmen de una gran metáfora propia de un desaforado mental sin asidero en la realidad, y mucho menos en la realidad propia de su época?
Martín integró la Compañía de Jesús, y fue profesor del Instituto Bíblico de Roma donde enseñó Crítica Textual, siendo su obra más significativa la edición con otros colaboradores de un texto “estándar” del Nuevo Testamento, publicado en 1966 en Stuttgart bajo el título “El Nuevo Testamento Griego” (The Greek New Testament), que luego fue utilizado para la traducción de la Biblia a casi todos los idiomas teniéndolo como fuente, y de allí su gran influencia jamás cuestionada.
El texto griego usado por las Sociedades Bíblicas Unidas fue producido por herejes: sus editores son Kurt Aland, Matthew Black, Carlo M.Martini, Bruce M.Metzger, y Allen Wikgreen. También participió Eugene A.Nida. Ninguno de estos hombres cree que la Biblia es la Palabra de Dios inspirada e infalible, y seis de ellos son teológicamente modernistas.

“Pensador liberal”
En 1979 fue nombrado Arzobispo de Milán y luego cardenal, siendo considerado públicamente como “un pensador liberal” (lo cual es condenado por el Magisterio de la Iglesia). Es más, sus posturas en cuestiones sociales y eclesiales han pretendido ser fuente de una “auténtica reforma de la Iglesia Católica y de la Cristiandad”, tal como siempre pretenden los modernistas, de “regreso a las fuentes”, como si los santos de la Iglesia se hubiesen desviado de ellas, o como si la Tradición variara. Muchas de las obras que escribió están traducidas a más de cincuenta idiomas.
Martini realizó una convocatoria sincretista con más de cien líderes religiosos del mundo entero para promover una religión única del mundo, al estilo de la Nueva Era.
Entre las voces modernistas anticatólicas dentro de la Iglesia -Cardenales, obispos, clérigos- que piden “repensar” el celibato en el rito latino, entre ellas el Cardenal Carlo Maria Martini, que con el doble discurso de “valorar el celibato” como un carisma que siempre debe estar presente en la Iglesia y que Dios le concede a muchos hombres y mujeres, pensaba que no todos los sacerdotes están llamados a vivirlo.
Martini declaró que él no creía que todos los sacerdotes estén hechos para el celibato, farisaicamente pretendiendo resguardar su ortodoxia expresando que tal afirmación no pretende negar el valor del celibato en sí mismo.

Un Jesús inmanente.

Según Sandro Magíster, existe en la Iglesia una difundida tendencia a someter la figura de Jesús a los cánones interpretativos de la cultura secular, exaltándolo como un hombre insigne y ejecutor de la justicia, pero eclipsando su divinidad oculte la divinidad de Cristo, para hacerlo más accesible al mundo.
Una expresión eficaz de esta tendencia –menos teológica, más discursiva– se ve en el último libro de otro jesuita famoso, el cardenal Carlo Maria Martini: “Conversazioni notturne a Gerusalemme. Sul rischio della fede [Conversaciones nocturnas en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe]”. El Jesús trazado por el cardenal Martini tiene el éxito asegurado, de acuerdo con las ventas de su libro.
Reproducimos a continuación una nota sobre el difunto Cardenal, que muestra a las claras una serie de herejías que sostuvo hasta el final de sus días, sin que fuera anatematizado por el Magisterio. Cada párrafo tiene una nota en cursiva, con consideraciones sobre la cuestión abordada:


De la última entrevista concedida por el cardenal Martini, posterior a Los Coloquios nocturnos de Jerusalén extraigo algunas perlas. Entera la tenéis traducida en la Red Ignaciana de Cádiz, y en italiano en este enlace.  Carlo Martini es en mi opinión uno de los pocos grandes profetas que tiene hoy en día la Iglesia institucional.
He aquí los textos que me parecen más interesantes:

1. Sacramentos sin justicia.

“Ya no hay una visión única del bien. La tendencia dominante consiste en defender el interés particular y el del propio grupo. Quizá pensamos que somos buenos cristianos porque alguna vez vamos a misa o dejamos que nuestros hijos se acerquen a los sacramentos. Pero el cristianismo no es eso, no es solamente eso. Los sacramentos son importantes cuando son la culminación de una vida cristiana. La fe es importante si avanza junto a la caridad. Sin la caridad la fe se vuelve ciega. Sin la caridad no hay esperanza y no hay justicia”.

(NOTA: Aquí está significando que Cristo en la Eucaristía no es real, que es simbólico, que “no es importante”, afirma que los Sacramentos tienen significado en la vida individual de la persona, no tienen una realidad en sí misma)

2. La Caridad no es limosna.

“Hacer el bien, ayudar al prójimo es desde luego un aspecto importante, pero no es la esencia de la caridad. Hace falta escuchar a los otros, comprenderlos, incorporarlos a nuestro afecto, reconocerlos, quebrar su soledad y ser su compañero. Amarlos, en definitiva. La caridad no es limosna. La caridad que predicó Jesús consiste en ser plenamente partícipes de la suerte de los otros. Comunión de espíritus y lucha contra la injusticia”.

(NOTA: La Caridad como Amor al Prójimo en Dios se desvirtúa y queda como filantropía al estilo masónico, o como materialismo al estilo marxista comunista. Falta Dios mismo en su definición de la Caridad. La Caridad propia del católico es trocada por la fraternidad masónica. El decir “la caridad que predicó Jesús”, no señala a Dios mismo como Caridad Infinita, sino que es convertida en parte de un discurso de un ser humano llamado Jesús, tal como los modernistas lo presentan. Tal “caridad” con minúsculas y entrecomillada, de nada servirá a quien la practique, porque así lo enseñó Nuestro Señor Jesucristo)

3. Indiferencia de los laicos.

“Desempeñan ciertamente una función, pero deberían ejercitarla con mucha mayor plenitud. Con demasiada frecuencia se trata sólo de un papel pasivo. Ha habido épocas en la historia de la Iglesia en las que la participación activa de las comunidades cristianas fue mucho más intensa. Cuando antes me he referido a esa creciente indiferencia, pensaba precisamente en este aspecto de la vida cristiana. Aquí tenemos una laguna, una deserción silenciosa, especialmente en la sociedad europea y en la italiana”.

(NOTA: Pretende otorgar al laico la “participación activa” que es propia de la jerarquía de la Iglesia. El laico que lo desea, puede ordenarse sacerdote si reúne los requisitos canónicos para ello. Pretender que toda la Iglesia Católica esté conformada por laicos, o que todos los integrantes de la Iglesia se conviertan en parte de la Jerarquía, es algo que ni el mismo Jesucristo ha querido. Se banaliza lo sacro al sacralizar todo lo secular, o se des-sacraliza lo sacro para convertirlo en secular, y en eso se basa el modernismo condenado por el Magisterio de la Iglesia).

4. Los sacramentos y las vocaciones no son lo esencial.

¿Se refiere a la falta de asiduidad en la asistencia a los sacramentos, a la misa o a la escasez de vocaciones? “Esos son sólo los aspectos externos, no los esenciales. La esencia es la caridad, la concepción del bien común y de la felicidad común. Felicidad no sólo para nosotros, sino para los otros y no sólo en el presente inmediato, sino también para los hijos y los nietos, para las generaciones que han de venir.” ¿Y la Iglesia institucional trabaja lo suficiente en esta dirección? “Trabaja mucho, pero tendría que trabajar mucho más.”

(NOTA: ¿La Iglesia es para el hombre o es para Dios? ¿Qué es lo principal, y cuál es la añadidura? El foco puesto en el hombre, en “su felicidad”, o en “la felicidad común”, de modo que distanciado de Dios no conduce a la Felicidad con mayúsculas, y por tanto el Cardenal predicaba en contra de Jesucristo mismo. ¿Qué más puede hacer la Iglesia, que ofrecer los Sacramentos que Jesucristo nos ha dejado, transmitiéndolos por Tradición? Para este Cardenal los Sacramentos no son esenciales, porque en definitiva son simbólicos, tanto como el mensaje de Jesucristo. ¿Es esto una herejía o no lo es? Pues sí que lo es, y nadie se ha pronunciado sobre este tema… o tal vez ya lo hizo León XIII en la Rerum Novarum, o en las Encíclicas que condenan a la Masonería).

5. La estructura diplomática de la Iglesia.

“En realidad no estoy muy de acuerdo, la distinción que hace Messori nos retrotrae a una fase en la que persistía todavía el poder temporal y el Papa era, antes que nada, un soberano; pero aquel poder, gracias a Dios, terminó y no va a ser restaurado. Y es una suerte que ya no exista. Es verdad que persiste la estructura diplomática de la Santa Sede, pero está formada por sacerdotes, cuya finalidad última es la de testimoniar el anuncio del evangelio y su contenido profético. Añado que esa estructura diplomática me parece excesivamente redundante y que se lleva gran parte de las energías de la Iglesia. No siempre ha sido así. Durante muchos siglos en la historia de la Iglesia esta estructura ni siquiera existía y en el futuro podría ser reducida de modo importante o incluso desmantelada. La finalidad de la Iglesia es dar testimonio de la palabra de Dios, del Verbo encarnado, del reino de los justos que ha de venir. Todo lo demás es secundario.”

(NOTA: ¿Está mal un poder temporal del Papa? ¿Quién dijo que está mal? ¿De dónde viene y en qué se fundamenta su afirmación de que “aquel poder, gracias a Dios, terminó y no va a ser restaurado”? ¿Temía la existencia de una sociedad con principios cristianos de convivencia? ¿Temía el Reinado Social de Jesucristo? Precisamente, pretendía “desmantelar” la estructura del Vaticano, como si la Iglesia fuese una “estructura” humana, desprovista de la acción del Espíritu Santo. ¿Qué es el “reino de los justos que ha de venir”? ¿Acaso no es este el mesianismo sionista, el mesianismo marxista, o el mesianismo liberal, todos ellos expresados no en el plano teológico sino en el meramente humano? Martini no quería que exista Jerarquía en la Iglesia, porque es parte de la “protestantización”. El Vaticano sigue siendo un Estado, y Martini tenía una esperanza humana en que se separe lo corpóreo del alma, la materia y la forma –que implica la muerte- de la Iglesia. Efectivamente, pretender que la Iglesia se deshaga de todo lo “material” que sea propio, abarcaría en su extremo a la misma hostia que luego sería Consagrada en la Transustanciación –ya que ningún bien material debería poseer, para ser una “Iglesia más auténtica y fiel a la primitiva”, que no refleja más que una ideología destructiva de la Iglesia. Siempre hubo una Jerarquía en la Iglesia, siempre hubo Apóstoles, Obispos y Presbíteros, y a eso le da en llamar Martini “estructura”, con el mismo lenguaje marxista, ya que la “superestructura” estaría conformada por el conjunto de creencias y cultura.).

6. Las iglesias protestantes, más débiles y vercanas.

¿Pero las Iglesias protestantes no tienen también estructuras similares? ¿No son necesarias para garantizar la libertad religiosa y el espacio público que la Iglesia necesita para difundir sus valores? “Las Iglesias protestantes no disponen de estructuras tan centralizadas y tan poderosas como la nuestra. Tienen una organización muy diferente. Son, desde este punto de vista, más débiles que la Iglesia católica, pero, en contrapartida, son más cercanas a los fieles.”

(NOTA: Quien formula la pregunta, está completamente alineado en la herejía. La Iglesia transmite y difunde la Tradición, no “sus valores” cambiantes; difunde la Fe y las virtudes Teologales, no “sus virtudes” convertidas en una especie de moda. Y la respuesta dada por Martini, se encolumna a su vez en la protestantización, orientado a la desaparición de la Jerarquía. Además, pretende que la Jerarquía de la Iglesia –que fuera dispuesta por el mismo Jesucristo- por su misma existencia se encuentra “alejada” de los fieles, en tanto que los seguidores de Lutero y de todos los “reformistas” protestantes tienen organizaciones “más cercanas a los fieles”. La “cercanía” hace alusión a la aceptación de pecados como “bondades”, como “valores a ponderar hoy” en el marco del relativismo moral y espiritual. Es decir, las conductas más ajenas a la Tradición y al Evangelio, que justifican vicios y pecados de los fieles, son “más cercanas” a ellos porque los aceptan sin necesidad de conversión. En cambio, la aceptación de los Sacramentos transmitidos por la Iglesia Católica exigen reconocer el mal como tal, el pecado como tal, y por tanto la conversión, y tal esfuerzo requerido al fiel hace que sea “más alejada” la Iglesia a quien prefiere sus propios vicios, pecados y defectos antes que amar a Cristo y seguirlo en plenitud. He aquí el pensamiento herético de Martini. El obstáculo verdadero es amar los propios pecados más que a Cristo, y a esto Martini llama “lejanía”, o “distancia” de la Jerarquía Católica).

7. El Papa: Mayor función pastoral que diplomática o teológica.

Quizá la figura del Papa, que sólo se da en la Iglesia católica, sea una reminiscencia de ese poder temporal. “El Papa es ante todo el obispo de Roma. Para nosotros los católicos es el vicario de Cristo en la tierra y le debemos afecto, respeto y obediencia, pero sin olvidar nunca que la Iglesia apostólica se sostiene sobre dos pilares: el Papa y su comunión con los obispos. Recuerdo que en el consistorio previo al último cónclave, hubo un debate preliminar para dibujar una especie de perfil del futuro pontífice. Cuando me tocó a mí hablar dije que teníamos que elegir al obispo de Roma. Con eso quise decir que tenía que prevalecer la capacidad y la vocación pastoral sobre la diplomática o la teológica.” ¿Eso dijo usted? ¿Que ustedes en el cónclave iban a elegir al obispo de Roma? “¿Le parece una herejía? Sin embargo, es una constante en la doctrina y la tradición evangélica.”

(NOTA: Martini ubicó al Papa “ante todo” como “obispo de Roma”, no como Vicario de Jesucristo en primer lugar. He allí la primera falla, que condice con su desprecio a la Tradición. Según Martini, en la elección del Papa se designa meramente al Obispo de Roma. En segundo plano queda el Papa como Vicario de Cristo. Martini mismo preguntó a su entrevistador: “¿le parece una herejía?”. Es que, efectivamente, la visión de Martini estaba basada en el inmanentismo: dado que la función del Papa como Vicario de Cristo designado por el Espíritu Santo es algo simbólico, lo real es lo material: la votación “democrática” de un conjunto de Cardenales siguiendo las disposiciones canónicas, para elegir al obispo de Roma).

8. ¿Un Concilio Vaticano III?

“No pienso en un Vaticano III. Es cierto que el Vaticano II ha perdido una parte de su empuje. Pretendía que la Iglesia afrontase la sociedad moderna y la ciencia, pero este afrontamiento ha sido sólo marginal. Estamos todavía lejos de haber abordado este problema y hasta parece que hemos vuelto la mirada hacia atrás más que hacia delante. Hay que retomar el impulso y para hacer esto ni siquiera haría falta un Vaticano III. Aclarado esto, sí soy partidario de otro concilio, e incluso lo estimo necesario, pero sólo sobre temas específicos y muy concretos. Me parece también que sería necesario poner en práctica lo que se sugirió e incluso lo que fue decretado ya en el Concilio de Constanza: convocar un concilio cada veinte o treinta años sobre un solo tema, o dos a lo sumo.”

(NOTA: En la visión de Martini, uno de los partícipes del Concilio Vaticano II, en éste está condensado todo lo necesario para producir los cambios modernistas en su extremo, que van desde la desaparición del celibato, ordenación de mujeres, la homosexualidad como una virtud y un don -¿del Espíritu Santo?-, desaparición de la Jerarquía eclesial, aceptación del aborto y la manipulación genética, aprobación de la eutanasia y cuanta locura antitradicional ande suelta. No obstante, efectivamente se mostraba de acuerdo con la realización de un tercer Concilio Vaticano, estimándolo “necesario”. A su vez, la condenada herejía del conciliarismo es expresada por este difunto Cardenal, ya que en su visión el conjunto de los Obispos en un Concilio tiene autoridad por sobre el Papa ¿Herejías? Sí, hubo un tiempo en que la Iglesia Católica, para preservar la Fe y la Tradición, declaraba las herejías con los respectivos anatemas, pero eso fue “antes”, no ahora que hubo tantos “progresos” al punto que la evolución de la sociedad hace que sea completamente feliz, a diferencia de los primeros cristianos que no tuvieron la oportunidad de conocer todos los avances que hoy existen… ¿empezando por San Juan en el Apocalipsis?).

9. Los divorciados, la confesión.

Pero esto sería una revolución en el modo de gobernar la Iglesia. “A mí no me lo parece. La Iglesia de Roma se llama apostólica y no por casualidad. Su estructura es vertical, pero, al mismo tiempo, también horizontal. La comunión de los obispos con el Papa es un órgano fundamental de la Iglesia”. ¿Y cuál sería el tema del concilio que usted propone? “La relación de la Iglesia con los divorciados. Afecta a muchísimas personas y familias y, desgraciadamente, el número de familias implicadas será cada vez mayor. Habrá que afrontarlo con inteligencia y con previsión. Y hay también otro tema que un próximo concilio debería abordar: el de la trayectoria penitencial que es la propia vida. Mire, la confesión es un sacramento extraordinariamente importante, aunque hoy esté exangüe. Cada vez son menos las personas que lo practican, pero, sobre todo, se ha convertido en algo casi mecánico: se confiesa un pecado, se recibe el perdón, se recita alguna plegaria y ahí termina todo, en la nada o poco más. Hay que devolver a la confesión una esencia que sea verdaderamente sacramental, un recorrido por el arrepentimiento y un nuevo programa de vida, una relación constante con el confesor, en definitiva, una dirección espiritual.”

(NOTA: Se plantea el gobierno de la Iglesia Católica de modo “revolucionario”, mediante Concilios, según la misma afirmación del entrevistador. Se trata de la herejía conciliarista, ante la cual responde Martini: “a mí no me lo parece”. Los cambios que pretendía Martini, pasan todos por la aprobación de pecados y herejías: posición ante el divorcio, o pretender “devolver a la confesión una esencia que sea verdaderamente sacramental”, como si la Tradición no la hubiera transmitido, como si la Confesión careciera de “una esencia que sea verdaderamente sacramental”… excepto que al término sacramental se le otorgue otra extensión distinta a la que siempre le dio la Tradición. En este último caso, “sacramental” sería cualquier cosa, y “dirección espiritual” también, ya que podría ir desde una asistencia psicológica hasta la dependencia del arrepentido respecto del confesor. No hay daño que pudiera dejar de provocarse siguiendo la línea propuesta por el hereje Martini).

10. Los no creyentes a veces están más cerca de nosotros que algunos piadosos.

Me siento muy cerca de usted, le dije, [habla el entrevistador, Scalfari] pero no creo en Dios y lo digo con plena tranquilidad de espíritu. “Lo sé y no estoy preocupado por usted. A veces, los no creyentes están más cerca de nosotros que muchos devotos de simple apariencia. Usted no lo sabe, pero el Señor sí”. Estuve tentado de abrazarlo, pero, temblorosos como estamos los dos, podríamos haber terminado en el suelo.

(NOTA: ¿Puede un no creyente estar más cerca “de nosotros” que “muchos devotos de simple apariencia”? Claro: el devoto de simple apariencia es el modernista, el fariseo o el publicano, el católico judaizado. Porque el devoto católico no es ni modernista, ni fariseo, ni publicano ni judaizado: es católico. Dios es el único capaz de determinar quién se salvará y quién no, así como la cercanía o distancia de El –que se reflejará en la sentencia del Juicio Particular y del Juicio Final, en que todos esperamos ser juzgados por su Misericordia antes que por su Justicia. Pero el centro de la cuestión no se encuentra en el no creyente que tal vez se salvará por la Gracia Milagrosa de Dios, sino en el criptohereje, en el criptomodernista, en los infiltrados que están dentro de la Iglesia Católica y que carecen incluso de Fe. He aquí el centro de la última parte de la entrevista).

Fuente de la entrevista:

Emilio Nazar Kasbo, visto en el Diario Pregón de La Plata.